Nuestra aventura

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Un elegante soldado guardaba las puertas del despacho del alcalde. Tenía un casco con unas plumas tan grandes que casi tocaban el techo.

— Queremos ver al alcalde — dijo Jama.

— El alcalde está reunido. Hasta que no termine no podréis hablar con él — respondió de forma muy seria el soldado.

Los tres amigos esperaron casi una hora sentados en un banco de madera frente a las puertas del despacho del alcalde. Cuando terminó la reunión, del despacho salieron varios duendes elegantemente vestidos.

—¡Uff! ¡Menos mal que ya terminamos! — decía el alcalde mientras se secaba la frente con un pañuelo rojo de seda.

El alcalde era un duende bajito con una gran barriga. Vestía con un traje de chaqueta azul donde colgaban varias medallas. Se había dejado un gran bigote blanco que casi le llegaba al suelo.

Inmediatamente Jama y sus amigos entraron al despacho y se colocaron los tres al pie de la mesa del alcalde.

— Señor alcalde, nos gustaría hablar con usted —dijo Lara muy amablemente.

— ¿En qué os puedo ayudar? — contestó algo cansado el alcalde.

Jama contó como encontraron a Boler en el bosque y cómo la jefa de la fábrica trataba a sus empleados.

El alcalde se asombró mucho al oír la historia e inmediatamente llamó a la señora Pir por teléfono para que acudiera al árbol Ayuntamiento.